Contra la Lomloe también por la izquierda

Ya dijimos que se podía armar con este enfoque tan competencial de la Lomloe y se está armando. En esta ocasión no son los de la Privada, los de los lazos naranjas, los de la libertad de elección de centro. Ahora el enemigo es más temible porque viene por la izquierda: son los despechados de la Logse, los que están hasta el gorro de los pedagogos de salón, de los políticos que nunca han pisado un aula y, si lo han hecho, ha sido de la universidad porque casi todos proceden de facultades de Pedagogía o de Psicología. Los que están hasta el moño de gurús y de teorías pedagógicas de esas de a ver quién la dice más gorda, de a ver quién es el más disruptivo, el más innovador…

Ahora están que trinan con el furor competencial, con esa obsesión porque los profesores formen chavales tan competentes como ignorantes. Andreu Navarra, miembro ejecutivo de esa secta de docentes despechados, arremete en su última entrega (Prohibido aprender, de Anagrama) contra “los buhoneros educativos”. Con la Lomloe, dice Navarra, “se ha pasado una línea roja porque sus autores recomiendan adelgazar el currículo y enseñar menos cosas, como si el saber estuviera obsoleto (…). El modelo competencial es una herramienta válida en algunos contextos pero tomada de forma dogmática aboca a los jóvenes a una exigencia mínima”.

Para entender a Navarra hay que saber que es profesor de Lengua Castellana y Literatura en un instituto de Barcelona. Casi todos los representantes de esta corriente ultra contra el modelo Logse y sus sucesivas versiones enseñan en Bachillerato y rezuman una cierta nostalgia. Ellos critican esa visión buenista, emotivista, igualitarista y roussoniana de casi todas las reformas educativas de la izquierda, pero a ellos se les podría tildar de intelectualistas, racionalistas y elitistas.

Ah, y son de la Pública. La Privada se adapta mucho mejor a todas estas nuevas metodologías porque tienen menos resistencia a los cambios. Recordemos que los padres ideológicos de la Logse una vez dejada la política se dedicaron cómodamente a implantar su nuevo paradigma en la escuela privada y en la concertada, donde fueron mejor acogidos que en la pública.

“Hay montones de profesores progresistas hartos de los extremismos competenciales, queremos dar clases con libertad, sin prótesis teóricas artificiosas. A Celaá le ha salido una oposición por la izquierda y no nos puede acusar de conservadores a los que criticamos la Ley”, explicaba Navarra este fin de semana en El Mundo.

Por cierto, el currículo competencial no le gusta ni al Ministerio, me consta.

 

José Mª de Moya

Publicado en Magisnet.com