Algunos padres, al enterarnos del contenido de las charlas, hemos escrito una carta al director y a los tutores para decirles que no autorizamos a que nuestros hijos estén en esas charlas y no queremos que las den en el Instituto:
Estimados Señores:
Por la presente misiva, comunico formalmente que NO autorizo a que mis hijos, (sus nombres……………)(estudiantes de ………….) asistan a las charlas “Quiéreme bien” impartidas en la asignatura de Tutoría.
Con un título tan atractivo, bien podrían emplearse para inculcar en los alumnos la importancia del respeto, la dignidad inalienable de cada individuo, que hay más alegría en dar que en recibir, que el amor es entrega y voluntad, y que solamente en el servicio a los demás encontrarán la plenitud de su vida.
En lugar de esto, con la connivencia del Centro Educativo, los ponentes se han servido del horario escolar para influir gravemente en el desarrollo personal de adolescentes, proponiendo como única verdad una propuesta ideológica subjetiva, sobrepasando a todas luces las funciones y razón de ser de un Instituto Público de Educación Secundaria.
En la charla se animó a los alumnos a realizar juegos eróticos entre ellos, con quien sea y cuando les apetezca, con la única advertencia de mantener las necesarias precauciones de salud. Se les propuso jugar y experimentar con todo lo que se les ocurriera, dejando libres sus instintos más primarios, movidos por apetencias y deseos. No parece que esta sea la recomendación más adecuada para niños y adolescentes en plena etapa de cambio y desarrollo personal.
Es posible que ustedes crean de verdad que este tipo de contenido ayuda a nuestros hijos a crecer y dar la mejor versión de ellos mismos. Puede incluso que opinen que tales prácticas harán de ellos excelentes personas y honrados ciudadanos, dispuestos a amar, sacrificarse por el otro y hacer de este mundo un lugar mejor. Es un planteamiento difícilmente defendible, teniendo en cuenta los ratios de fracaso escolar, los dramáticos índices de suicidio juvenil, los abusos sexuales, las terribles adicciones de nuestros jóvenes, etc. Es la consecuencia lógica de convencerles de que su único criterio ha de ser el deseo, la apetencia y la búsqueda del placer.
Si aun con todo esto piensan de verdad que esos valores merecen la pena, es mi deber recordarles que tal opinión es plenamente subjetiva y responde a planteamientos ideológicos. En el ámbito privado, incúlquenlos en los menores a su cargo, pero no los asuman como criterio universal de educación. A día de hoy, todavía son los padres los titulares del derecho a la educación de los hijos, y el ordenamiento jurídico español dispone de diversos mecanismos legales para garantizar tal derecho. Si persistieran las injerencias del Centro Educativo en la esfera de actuación de los padres, nos veríamos en la obligación de acudir a ellos.
De esta manera, por la presente, solicito que se cancelen las charlas “Quiéreme bien” y que su contenido sea impartido fuera del horario escolar, para que puedan acudir libremente aquellos que así lo deseen. Si por presiones políticas externas o convicción ideológica interna el Centro Educativo no se atreve a dar este paso, en ejercicio del derecho de objeción de conciencia (art. 30 CE), solicito ser informada del contenido que se vaya a impartir en futuras ponencias y la autorización para que mis hijos abandonen el aula si este no se adecúa a nuestros valores y creencias.
Hubo una época en la que el Instituto de Educación Secundaria Alfonso VIII era referente nacional de excelencia académica y profesional. Santiago Grisolía, Federico Muelas, Clara Campoamor son alguno de los nombres que pasaron por sus aulas. No dejemos que la deriva ideológica eche a perder la confianza en un centro con más de 175 años de historia.